sábado, 22 de marzo de 2014

Comentarios Una guía práctica de Gloria Braga y César Cascante. Presentación realizada por Alba Tamargo

Tras haber realizado las lecturas pertinentes propuestas en el Campus Virtual, correspondientes a la temática de la asignatura Investigación en la Acción, me gustaría reflexionar y resaltar algunos aspectos clave del escrito objeto de mi exposición, titulado Una Guía Práctica (Grupos Asociados para la Investigación – Acción en la Enseñanza), fruto de la experiencia e iniciativa de los Profesores Gloria Braga y César Cascante, miembros del departamento de Didáctica de la Universidad de Oviedo. 

Una Guía Práctica es el título que precede al ambicioso Proyecto que hace referencia a la coordinación de grupos de diversos niveles educativos, en torno a una tarea de desarrollo curricular y profesional, donde se incluyen las fases de dicho proceso, los diferentes niveles de trabajo grupales y las apreciaciones necesarias, pertinentes para la comprensión y ejecución del planteamiento, conforme al método de investigación en la acción, que es el eje central en torno al que gira la presente asignatura.

Parece ser que, en el momento de redacción del artículo, se llevaban ya tres años poniendo en práctica este tipo de experimentos con alumnos y alumnas de diversos niveles académicos, entre los cursos comprendidos entre el año 1990 y 1993, ambos inclusive. Los participantes cursaban, por aquel entonces, Educación Infantil, Enseñanza del Lenguaje 12 – 16, Ciencias Experimentales, y pertenecían también al Equipo de Orientación y a la Enseñanza Universitaria. 

Como aspecto inicial a resaltar, me parece justo realizar especial hincapié en la idea de integrar en un Proyecto de carácter cooperativo a alumnos de diferentes niveles del itinerario académico. No sólo resulta beneficioso para ellos, sino que también parece interesante de cara al trabajo de investigación, en lo que respecta a la posibilidad de contrastar los resultados, tanto de carácter cuantitativo como cualitativo, que se obtienen por parte de cada uno de estos colectivos, para poder reorganizar las acciones de formación futuras. Conforme a mi entender, considero que este tipo de prácticas deberían comenzar a hacerse efectivas en las escuelas desde edades tempranas, y no únicamente en ocasiones excepcionales, como es el caso que nos ocupa. No sólo favorecen la interacción entre los alumnos de distintas edades, sino que pueden aportar a los docentes diversas visiones acerca de cómo asimilan estos estudiantes los contenidos a tratar en cada uno de los niveles educativos. Por otra parte, es cierto que, existen multitud de contenidos curriculares que se tratan en la mayoría de los cursos, ostentando un carácter distinto adaptado a las edades, necesidades y expectativas de los alumnos (véase la evolución, desde Primer Curso de Primaria a Sexto, de la Clasificación del Reino Animal o el Estudio de la Geografía de nuestro país, por citar algunos ejemplos clarificadores). Creo que en muchos de estos casos, sería muy provechoso el hecho de involucrar a toda la comunidad educativa y tratar estos materiales de forma conjunta, para poder hacer efectivo el enriquecimiento de todos aquellos saberes que puedan denotar las experiencias particulares de unos y otros alumnos, pertenecientes a distintas edades, cursos y contextos. Una de las posibilidades para desarrollar este epígrafe, podría ser a través de un ambicioso proyecto que integrara a todos los niveles de un determinado centro educativo para estudiar el Cuerpo Humano, la evolución de la Literatura española desde el Medievo hasta nuestros días o los instrumentos musicales. Además, como aspecto facilitador para llevarlo a cabo, contamos con la flexibilidad y versatilidad que ofrece la Investigación – Acción para trabajar cualquier temática. Por ejemplo, podríamos realizar un proyecto interclases basado también en contenidos referentes a Educación Vial, a Educación para la Salud, Educación Sexual, Artística, aspectos experimentales de laboratorio de Ciencias Naturales… 

Como escolar que un día fui, me apena el hecho de no contar con el recuerdo de ninguna experiencia por parte del profesorado que me recuerde o, que tan siquiera se aproxime, a los principios que sustentan el marco de la Investigación en la Acción. Normalmente, las clases tenían una estructura (aburrida en líneas generales) y esta se mostraba como inalterable, indistintamente de la naturaleza de la materia, de los resultados académicos del alumnado o del ritmo de trabajo escolar. 

En numerosas ocasiones, los alumnos de la Facultad de Formación del Profesorado y Educación de la Universidad de Oviedo somos testigos, durante nuestras prácticas en centros escolares, de cómo, año tras año, los docentes que imparten una determinada asignatura emulan las mismas acciones y pautas que sustentaron su docencia durante los años anteriores, sin realizar una reflexión previa de la adecuación al nuevo contexto de aula, a las necesidades de los alumnos, a los resultados obtenidos en años inmediatamente anteriores, a la viabilidad de los planes de estudio propuestos, a la necesidad de modificar las estrategias… 

Esto, bajo mi punto de vista, constituye un grave error que fácilmente podría solventarse atendiendo a proyectos o programas de naturaleza similar al presente. Pero bien es cierto que este tipo de prácticas conllevan un tiempo y un esfuerzo que muchas veces el maestro no está dispuesto a emplear, ya que supone una mayor comodidad crear un marco estándar, inalterable y cíclico a cumplimentar a lo largo del tiempo, sin experimentar variaciones ni cambios. Atestiguo también, en base a mi experiencia escolar, que la originalidad de los maestros no se encuentra precisamente en auge en estos tiempos, bien por falta de ideas o bien por mera comodidad y desinterés, en el peor de los casos. 

Lo que también nos honra reconocer es que tampoco parece ser que se les otorgue mérito, reconocimiento, o distinción alguna, a aquellos que tratan de aproximarse de forma progresiva a nuevas formas de entender la enseñanza. Lo que parece incuestionable a día de hoy es que existe cierta necesidad de revisar nuestras acciones docentes y reflexionar profundamente sobre nuestra puesta en práctica, para reorientar satisfactoriamente el proceso de enseñanza – aprendizaje. Ésta parece la única forma de salvaguardar una enseñanza de calidad, que pueda llegar con nitidez a los sujetos y que, el día de mañana, pueda ser extrapolada por los mismos durante su paso por la sociedad adulta para poder generar algún beneficio común a la misma. 

Las fases del proceso que plantean Braga y Cascante parecen adecuadas. No obstante, podrían ser susceptibles de cambios o mejoras en relación con las características que presenten el grupo de sujetos con los que se trabaje, siempre con objeto de facilitar al máximo el proceso y adecuarlo en beneficio de los interesados. Lo que es evidente es que la metodología de la investigación en la acción se muestra como el marco idóneo y facilitador para que el investigador cuente con la posibilidad de retroceder, rectificar, reorientar y modificar cualquier tipo de actuación, las veces que sea requerido, y es precisamente esta característica la que hace de este modelo una cosa excepcionalmente bella. 

A su vez, llama la atención la gran riqueza instrumental que, casi con estricta obligación, se hace necesaria para trabajar este tipo de investigaciones. La propuesta de exploración de la realidad a partir de diarios, encuestas, revisiones de documentos, materiales audiovisuales, cuestionarios y datos estadísticos deja patente su rango, tanto objetivo como subjetivo, al incorporarse técnicas de diversa naturaleza, tanto de carácter cualitativo como cuantitativo, por lo que, sin lugar a dudas, nos encontramos ante un campo construido mediante pilares de enorme fiabilidad y a partir de los cuales podremos obtener distintas visiones que, de otro modo, permanecerían ocultas. 

Para concluir, me gustaría reflexionar acerca de cómo podríamos contribuir a respaldar esta forma de investigación tan enriquecedora desde nuestra posición de futuros pedagogos en nuestro ámbito laboral futuro, y en nuestra realidad universitaria en la actualidad. Creo que no va a suponer tarea fácil cambiar las arcaicas expectativas de muchos profesionales que se decantan por apostar por modelos tradicionales de enseñanza en su práctica docente y pedagógica. A mi modo de ver, la proyección pedagógica en sus tres sectores (escolar, social y campo empresarial) se muestra abierta a la introducción de numerosos cambios a partir de las bases de la investigación acción. Sólo bastará con proponérselo, con tratar de adquirir un compromiso férreo y sólido con nuestra labor y actualizarnos, desplegando las herramientas y la ilusión oportunas para hacer este hecho realidad. Es necesario tomar parte en estas prácticas y, por supuesto, hablar de ellas. 

No estaría de más que los estudiantes de Pedagogía alzásemos la voz para proponer, de una vez por todas, un cambio radical en la forma en la que los profesores imparten docencia. Con ello quiero decir que sería bienvenida, casi con total certeza, una nueva metodología y forma de entender la enseñanza que se basara en la revisión de todo aquello que no resulta acorde con los resultados esperados y que se encuentre orientada hacia nuestra práctica futura y, cómo no, hacia la reflexión oportuna que se deba realizar sobre ella. No me estoy refiriendo con esto a entregar un mayor número de prácticas escritas, ni a sobrecargar a los alumnos de trabajo, disfrazando de experimental (como muchos ahora lo llaman) lo que no es sino más que mero tecnicismo o teoría. Me refiero con lo anterior a promulgar y a organizar desde la propia Universidad un mayor número de talleres, charlas, seminarios y visitas que permitan intercambiar puntos de vista con alumnos de otras universidades de diferentes comunidades autónomas y con profesionales del sector educativo que impartan docencia en distintos niveles, para ser conscientes de la realidad que envuelve la atmósfera de las aulas e intercambiar puntos de vista sobre nuestras preocupaciones. 

Porque por mucho que digan yo creo que hay cosas que no se encuentran plasmadas en los libros y que sólo se aprenden mediante la experiencia, viviendo el hecho, reflexionándolo y reorientándolo, posteriormente. Si no exploramos nuevas dimensiones y las analizamos para mejorarlas, por mucho que estudiemos, no conseguiremos llegar a ser unos buenos profesionales el día de mañana. Los estudiantes de Pedagogía necesitamos conocer la realidad de la que vamos a formar parte. Esto es algo que es lícito y no susceptible de negociación y que conforma la delgada línea que separa el beneficio del entorpecimiento, en relación con nuestras actuaciones futuras en el ámbito laboral. Como afirmaba Carlos Lerena a Tierno Galván en relación a cómo se debe impartir la enseñanza: no existe nada más injusto que estandarizar y dotar a todos de herramientas por igual. No todos somos iguales, por lo que lo más justo será que los profesionales de la educación aporten a cada individuo saberes.

 diferentes.

9 comentarios:

  1. UNA GUÍA PRÁCTICA.
    Este artículo presenta la práctica de los “Grupos Asociados para la I-A en la enseñanza”. Se trata de un proyecto que coordina a grupos de diversos niveles educativos en torno a una tarea de desarrollo curricular y profesional. Entienden la I-A como una metodología de investigación social que permite cuestionar los aspectos teórico-prácticos de los docentes.
    Hoy en día el papel de los formadores no es tanto “enseñar” (explicar-examinar) unos conocimientos que tendrán una vigencia limitada y estarán siempre accesibles, como ayudar a los estudiantes a “aprender a aprender” de manera autónoma en esta cultura del cambio y promover su desarrollo cognitivo y personal mediante actividades críticas y aplicativas.
    Por otra parte, la diversidad de los estudiantes y de las situaciones educativas que pueden darse, “obliga” de alguna manera a que todo el equipo docente trabaje en conjunto y asuman las mismas tareas y responsabilidades.
    Todo el profesorado debe reflexionar sobre su propia práctica, manteniendo una actitud investigadora en las aulas, compartiendo recursos (por ejemplo a través de las webs docentes), observando y reflexionando sobre la propia acción didáctica y buscando progresivamente mejoras en las actuaciones acordes con las circunstancias (investigación-acción).
    De este modo, las principales funciones que debemos realizar los docentes hoy en día son las siguientes: diagnosticar necesidades; preparar las clases; buscar y preparar materiales para los alumnos, aprovechando todos los lenguajes; motivar al alumnado; centrar la docencia en el estudiante, considerando la diversidad; ofrecer tutoría y ejemplos; investigar en el aula con los estudiantes, desarrollo profesional continuado; y colaborar en la gestión del centro.
    El objeto de dicha investigación es el desarrollo integral del trabajo docente como práctica social y políticamente informada.
    Fases del proceso:
    Se establecen 4 fases para desarrollar el proyecto y los instrumentos a utilizar en cada una de ellas.
    • Fase 1: Planificación.
    En esta fase se explica el proyecto de investigación o plan de trabajo. Este proyecto suele tener tres apartados básicos (decisiones metateóricas, teóricas y técnicas).
    • Fase 2: Acción-observación.
    Se basa en llevar a la práctica lo que se ha planteado anteriormente en el proyecto de investigación, es decir, la realización del proyecto.
    La recogida de información necesaria para evaluar la práctica docente se realiza utilizando tres instrumentos básicos: estudios cuantitativos, observaciones y diarios.
    • Fase 3: Estudio.
    El estudio es la fase en la que se intenta buscar soluciones para mejorar la realidad en base a los problemas que han ido surgiendo. Todos los estudios se recogen en dossiers.
    • Fase 4: Reflexión.
    Es la última fase, y en ella se realiza una reflexión global de todos los momentos anteriores, elaborando informes de investigación.
    Para concluir, vuelvo a recalcar la importancia de evaluar la práctica docente, ya que es fundamental para mejorar la calidad de la enseñanza. Dicha evaluación debe ser global, amplia y continua, es decir, que considere todos los elementos del proceso de enseñanza-aprendizaje. También ha de ser flexible y diversa en cuanto a técnicas e instrumentos.

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  2. Silvia Concepcion comentó que:
    Para este trabajo de investigación-acción han colaborado miembros de los << Grupos Asociados para la investigación-acción en la enseñanza>>, y profesores de Didáctica de la Universidad de Oviedo.Se trata de una investigación-acción de corte longitudinal llevada a cabo durante los tres últimos cursos académicos 1991-1992-1993, en torno a una tarea de desarrollo curricular y profesional.
    Antes de centrarnos en el objeto de esta investigación, los autores definen de antemano qué es para ellos la investigación-acción. Para estos autores la investigación-acción engloba la praxis integral del trabajo docente.
    Esta investigación pretende clarificar la complejidad del proceso de enseñanza- aprendizaje, una práctica social, que reproduce las relaciones de poder dominantes en la sociedad. Se hace necesario pues, una reflexión acerca de los fines u objetivos de la educación, a través del análisis, la contextualización y dotación de la práctica de un sentido social e histórico concretos.
    Las fases de este proceso siguen un ciclo básico:
    Por un lado la planificación, que puede ayudar a entender, racionalizar, desarrollar o justificar las propuestas didácticas del aula. En la siguiente fase se utiliza la acción y la observación de aspectos de la realidad susceptibles de ser cuantificados, a través de estudios cuantitativos, las observaciones y los diarios. A través de apoyo secundario como puede ser el análisis de documentos, datos fotográficos, grabaciones en audio y video, entrevistas, encuestas de opinión. Se puede generar información relevante del estudio en cuestión.
    En este trabajo se trata de que cada grupo pueda reflexionar a través de esta recogida de observaciones en forma de actas de las reuniones.
    En la siguiente fase se da parte del estudio, a partir de los datos previos recogidos en las etapas anteriores. Durante esta etapa se realizan seminarios para poner en común las reflexiones extraídas de todo el proceso, a partir de dossiers.
    Como ejemplo podrían llevar un dossier sobre ciencia-tecnología-sociedad, que incluyera diferentes aspectos relacionados con la temática en cuestión. Para finalmente llegar al último eslabón del proceso: la Reflexión.
    En donde se recogen aspectos que permiten superar los obstáculos, que han influido en la praxis y se subrayan las propuestas de actuación que deberán tenerse en cuenta en la nueva planificación.
    Respecto a esta forma de investigar partiendo del análisis de la realidad, se encuentra muy relacionada con el prácticum de la licenciatura en donde debemos realizar estas etapas. Por un lado la planificación del trabajo, que requiere horas de investigación mediante nuestra propia acción y observación en el lugar de trabajo, la puesta en común de la recogida de información a partir de seminarios, un dossier que nos ayude a abordar nuestras reflexiones, que en nuestro caso vendría a ser la Memoria de prácticas y finalmente una reflexión, que nos ayude a organizar nuestro paso por el centro de prácticas.

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  3. Esta guía práctica de César Cascante y Gloria Braga me ha parecido muy interesante. Para empezar me parece muy interesante la aclaración que hace al principio de que ellos entienden la I-A como "una metodología de investigación que nos permite cuestionar los aspectos teórico-prácticos de nuestra profesión". Me parece acertada la idea de que la I-A se presenta como la metodología más adecuada para cuestionar todos los ámbitos implicados.
    Queda claro que es necesaria una reflexión acerca de los fines u ibjetivos de la educación.
    En cuanto a las fases de la investigación encontramos:
    - Planificación: destinada a explicar el proyecto de la investigación. Encontramos varios tipos en la toma de decisiones, como las metateóricas (formas de entender las relaciones sociedad-educación), teóricas (relacionadas con diferentes teorías como fuentes reveladores y las técnicas (organización de la enseñanza)
    - Acción-observación: una parte que me ha llamado la atención es que tienen en cuenta los principios de procedimiento, puesto que este tipo de principios no se tienen en cuenta muy a menudo y es dificíl que en educación estén presentes, puesto que en muchos casos requiere una dedicación especial.
    - Estudio: Conocimiento e interpretación de aportaciones teóricas.
    - Reflexión: Analisis de todo lo anterior.
    Es importante el tema del informe, puesto que el informe nos ayudará a comprender mejor y a compartir con el resto de la sociedad nuestros descubrimientos.

    Esta me ha parecido una gran guía que podemos tomar como referencia para otras situaciones en las que la I-A este presente.

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  4. Este artículo presenta la práctica de los «Grupos Asociados para la investigación-acción en la enseñanza durante los tres últimos cursos académicos. Se trata de un proyecto que coordina a grupos de diversos niveles educativos (Educación Infantil, Enseñanza del Lenguaje 12-16, Ciencias Experimentales, Equipo de Orientación y Enseñanza Universitaria), en torno a una tarea de desarrollo curricular y profesional.
    Bajo mi punto de vista, es una guía con grandes interpretaciones educativas dentro de la investigación que se lleva a cabo, ya que no sólo se fundamenta en la práctica educativa sino que además se construye desde ella, para su transformación y mejora.
    En este caso concreto se refleja una investigación en la que el papel del investigador cobra gran relevancia, ya que deben defender los principios de procedimiento no sólo desde una la enseñanza, sino también desde la investigación.
    La investigación educativa podría ser entendida por tanto como un proceso de aprendizaje para quienes participan en ella de tal modo que ese aprendizaje le permita considerar una acción formada y reflexiva sobre la propia práctica.
    Por lo que, si seguimos avanzando en el concepto de investigación-acción debemos considerar que aprender en el proceso de investigación no sólo a ser críticos con la realidad; sino también a aceptar que la realidad sea crítica con nosotros/as, por lo que la investigación debe reflejar un clima donde sea posible que los participantes en la investigación puedan discutir con el investigador/a tanto aspectos del proceso, como las propias acciones y los principios de procedimiento.
    Bajo mi punto de vista, ésta guía quiere dar a entender una idea clave: que la investigación-acción dentro del ámbito educativo, sea posibilitadora de que se construya un conocimiento como base de la enseñanza y la formación, ya que a través de la acción investigadora se pueden conocer procesos reales de transformación de una situación escolar concreta.
    Siguiendo además una de las ideas reflejadas por Alba, considero que en mi etapa de escolar, no lleve a cabo estrategias de innovación para conocer o investigar en mi entorno más cercano y dentro del ámbito educativo, ya que mi experiencia personal es la de haber recibido una metodología de enseñanza tradicional.
    Y en pleno siglo XXI, debemos amoldarnos a los continuos cambios que se producen en la sociedad, que hace que se deban llevar a cabo otras metodologías y formas de actuar en el aula, para afrontar situaciones concretas que estén resueltas a través de la innovación, entendiendo este concepto como un cambio intencional y controlado y en un proceso de construcción social en tanto la sociedad toma conciencia de un nuevo problema o fenómeno y a partir de él genera reflexiones personales para actuar en situaciones concretas.

    EVA CASES FERNÁNDEZ

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  5. César Cascante y Gloria Braga presentan una guía práctica en la que se desarrolla un trabajo cooperativo de investigación-acción desde los planteamientos teórico-prácticos del modelo “dialéctico-crítico”.
    Para ellos, los aspectos que caracterizan la I-A son los siguientes:
    -La I-A es entendida como una metodología de investigación social que permite cuestionar los aspectos teórico-prácticos de la profesión.
    -La I-A es la metodología más adecuada para cuestionar todos los ámbitos implicados en la práctica educativa.
    -Parten del hecho de que la educación está condicionada y reproduce las relaciones de poder dominantes de la sociedad y de la existencia de relaciones contradictorias de contestación entre la escuela como institución y la sociedad en la que se inserta. Es decir, que el pensamiento y las actuaciones pueden estar distorsionadas, teniendo que recurrir a un proceso de crítica ideológica que se apoya en un conocimiento que va más allá de la propia experiencia. Por ello, creen necesaria una reflexión acerca de los fines de la educación, que permita la recreación de unos valores en la práctica, siendo imprescindible para ello, el análisis crítico de esos valores que se adoptan en el sociedad.
    -La I-A parte de una concepción en la que todos los miembros de los grupos debían asumir las mismas tareas y responsabilidades. Por ello, todo el profesorado participante debía reflexionar sobre su propia práctica. El desarrollo de esa praxis, debe ser una tarea en la que nadie puede delegar en otros la reflexión teórica, práctica e ideológica.

    A lo largo del desarrollo de este proyecto se establecieron cuatro fases. La I-A se concibe como una espiral en la que se suceden ciclos y en cada uno de los cuales se repiten esas fases (como ya vimos en artículos que hemos estudiado anteriormente).
    Las fases de las que hablamos son: planificación, acción-observación, estudio y reflexión.
    La primera fase, la de planificación es la explicitación del proyecto de investigación que a su vez se divide en tres apartados esenciales: decisiones metateóricas (relaciones entre la sociedad-educación y conocimientos científicos-enseñanza), decisiones teóricas (selección de teorías y la interpretación de estas para la práctica curricular), y las decisiones técnicas (organización de los procesos de enseñanza-aprendizaje).
    La segunda de las fases hace referencia a la acción-observación que consiste en poner en práctica lo planificado en el proyecto de investigación. Para esto, se llevará a cabo el plan de trabajo y se procurará que la observación tenga en cuenta la evaluación de los principios de procedimiento, concebidos como normas de actuación derivadas de las decisiones metateóricas, teóricas y técnicas. Los instrumentos utilizados son los estudios cuantitativos, las observaciones y los diarios.
    La tercera fase, el estudio, es la fase dedicada al conocimiento e interpretación de aportaciones teóricas interesantes para esclarecer el proceso de I-A.
    Por último, la cuarta fase, la de reflexión, es la destinada a realizar un análisis de los momentos anteriores y en la que se llevan a cabo informes de investigación. Éste es uno de los momentos más importantes del proceso, ya que exige sintetizar toda la información recogida.
    En cuanto al proceso de elaboración de informes, cabe destacar que éste comienza con la redacción de informes individuales. Después de la lectura de los informes individuales, el coordinador de cada grupo elabora un borrador de informe grupal que es discutido en una reunión. Por último, el coordinador de los grupos asociados, elabora un informe general, que es aprobado en un plenario en el que están presentes todos los participantes en el proyecto.
    A lo largo del proceso investigador también han llevado a cabo tareas de triangulación con la finalidad de reunir información sobre una misma situación desde diferentes perspectivas.

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  6. Este artículo de César Cascante y Gloria Braga expone la práctica llevada a cabo por parte de los “Grupos Asociados para la investigación-acción en la enseñanza” en grupos de diversos niveles educativos durante tres cursos académicos. En esta práctica, la investigación-acción se entiende como una metodología de investigación social, y no se estructura en función de algún problema concreto, sino en el desarrollo integral del trabajo docente entendido como una práctica social. Para ello, los docentes que participan han de ir tomando diferentes tipos de decisiones a lo largo de la investigación (metateóricas, teóricas y técnicas), asumir todos ellos las mismas tareas y responsabilidades, y reflexionar sobre su propia práctica docente.

    De este modo, el proyecto se organiza según las fases del proceso de investigación-acción, entendiéndose como una espiral en el que se distinguen cuatro momentos: planificación, acción-observación, estudio y reflexión. El modelo que siguen introduce la fase de estudio a la espiral de la I-A , ya que parten de un modelo dialéctico-crítico que concede una gran importancia al conocimiento estructurado.
    En la fase de planificación se concreta en qué va a consistir el proyecto de investigación y en ella se dan las decisiones metateóricas (en relación a cómo entendemos las relaciones sociedad-educación y ciencia-enseñanza), teóricas (para seleccionar e interpretar teorías para la práctica curricular) y técnicas (para establecer el sistema general de trabajo, en el que se toman decisiones acerca de los objetivos, contenidos, medios materiales, espacios, tiempos, etc.; el diseño de instrucción, que abarca la realización de unidades didácticas; y el diseño de investigación, que comprende los principios de procedimiento que siguen los docentes y la evaluación del proyecto).
    La fase de acción-observación consiste en llevar a cabo lo que se ha planificado anteriormente, realizando un plan de trabajo y observando si se está respetando lo planeado o no. Para ello se recoge información aplicando tres instrumentos básicos: los estudios cuantitativos, las observaciones y los diarios. También se utilizan instrumentos complementarios como análisis de documentos, datos fotográficos, grabaciones de audio y vídeo, entre otras.
    En la siguiente fase, la fase de estudio, se interpretan aportaciones teóricas para desarrollar respuestas de actuación. Así, en esta investigación, los grupos realizaron estudios monográficos sobre distintos temas en sesiones generales o seminarios que posteriormente se recogieron en dossiers.
    En la última fase, la de reflexión, se efectúa un análisis integrado de las fases anteriores, por medio de la elaboración de informes de investigación, que recogen la información en cuatro partes: desarrollo cronológico de los hechos, análisis del proceso, conclusiones, e inventario de los materiales producidos.

    Asimismo, durante el proceso investigador, se realiza un proceso de triangulación: recopilar datos e información sobre una misma situación desde distintas perspectivas. Para ello, un miembro de un grupo, denominado participante observador, lleva a cabo durante la fase de acción-observación, una observación y evaluación para recoger información de forma paralela al resto del grupo, recopilando datos utilizando los instrumentos mencionados anteriormente, y realizando por último un informe de triangulación.

    Considero que este proceso refleja adecuadamente las fases de la I-A, y a su vez, estoy de acuerdo con el comentario realizado por mi compañera Alba. Ha de haber un cambio general por parte de los profesionales sobre su propia práctica docente y pedagógica, la gran mayoría anclados en prácticas metodológicas anticuadas y desfasadas que no contribuyen a solucionar los problemas educativos y sociales que se dan en la actualidad, bien por desconocimiento o por comodidad. Un buen modo de llevar a cabo ese cambio es a través de la I-A.

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  7. Estamos ante un proyecto que coordina a grupos de diversos niveles educativos en torno a una tarea de desarrollo curricular y profesional, ante un proceso desarrollado por los “Grupos Asociados” que busca diversos cauces para iniciar cooperativamente un trabajo de I –A fundamentado en el modelo dialéctico-crítico.

    Aquí, la I-A se entiende como una metodología de investigación social que nos permite tanto cuestionar los aspectos teórico-prácticos de nuestra profesión como nuestro papel dentro de las dinámicas de reproducción y transformación del orden social existente. En ella, todo el profesorado participante deberá de reflexionar sobre su propia práctica, eso si, entendiendo su trabajo como praxis (como práctica social). Por otro lado, se entiende como necesaria la reflexión acerca de los fines de la educación, sabiendo que ésta, está condicionada y reproduce las relaciones de poder dominantes en la sociedad, de aquí que nuestros pensamientos y actuaciones puedan estar distorsionadas siendo necesario un proceso de crítica ideológica que supere nuestra simple experiencia.

    Siguiendo estas directrices, se hace necesario plantear una dinámica de trabajo colectivo que considere los diversos niveles integrados (individual, por grupos, y global) y se organice en función de una serie de fases (no podemos olvidar que la investigación-acción se autodefine como una “espiral en la que se suceden ciclos, en cada uno de los cuales se repiten una serie de momentos o fases”):

    Fase 1: Planificación

    Es aquí donde se da a conocer el plan de trabajo y sus tres apartados básicos: las decisiones metateóricas (vendría a ser la forma de entender las relaciones Sociedad-Educación y Ciencia-Enseñanza), las teóricas (basadas en la selección e interpretación de teorías para la práctica curricular), y decisiones técnicas (sistema general de trabajo - objetivos, contenidos…; diseño de instrucción - preparación de unidades didácticas; y diseño de investigación – manifestación de los principios de procedimiento, dicho de otra manera, de los criterios de actuación de los profesores en el aula).

    Fase 2: Acción – observación

    En esta segunda fase, lo planificado en el proyecto se pondrá en práctica haciendo especial hincapié en la evaluación de los principios de procedimiento, considerando así en qué medida éstos se están o no respetando. Para la recogida de información se emplearán los instrumentos previstos en el diseño de investigación, siendo los más usuales los estudios cuantitativos, las observaciones y los diarios. En esta fase debemos de aspirar a la obtención de información acerca de las respuestas que nos da la realidad ante nuestro intento de transformarla.

    En ciertos grupos, se ha llevado a cabo una tarea de triangulación donde un participante observador recoge información de forma paralela al resto de sus compañeros para obtener así información sobre una misma situación desde perspectivas diferentes.




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  8. (CONTINUACIÓN)

    Fase 3: Estudio

    Transformar la realidad no es tarea sencilla, y para solventar las dificultades que podamos encontrarnos al intentarlo, no debemos olvidarnos de que el buen uso de una aportación teórica consistente (en el sentido de que nos ayude a desarrollar propuestas de actuación) puede aclararnos diversidad de aspectos en un proceso de I-A.

    Fase 4: Reflexión

    Las fases anteriores no tendrían ningún sentido si no las relacionásemos entre si para detectar posibles contradicciones, que señalaremos a través de informes de investigación (desarrollo cronológico de los hechos; análisis del proceso - principios de procedimiento, selección y análisis de información, propuestas de actuación; conclusiones e inventario de los materiales producidos en las distintas fases - unidades didácticas, diario, estudios monográficos… desde la redacción de informes individuales a la elaboración del informe general hecha por el coordinador de los grupos asociados al sintetizar cada uno de los informes grupales), que nos inviten a desarrollar una nueva planificación que supere a la anterior.


    Es llamativo el hecho de que se resalte, habiendo tan pocos comentarios en nuestro blog, eso de que hoy, y desde hace tiempo, nuestra educación es fundamento de una estructura inalterable que se repite una y otra vez, año tras año. Como mencionan mis compañeras Alba Tamargo, Eva Cases y Sara Arruñada, en los tiempos que corren parece que los profesionales de la educación estén anclados en prácticas metodológicas ancestrales, como si la comodidad o el desinterés pesara más que las ganas de innovar, motivar, transformar o crear. No podemos ver este tipo de prácticas como algo excepcional, sino hacerlas nuestras y normalizarlas cuanto antes.

    No es ya que un curso académico no sea tiempo suficiente para desarrollar correctamente un ciclo de I-A completo, sino es que tampoco hay apoyos administrativos que permitan o vean con buenos ojos este tipo de investigaciones, cuando probablemente sean la verdadera solución a muchos de los problemas educativos de la actualidad.

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  9. El artículo sobre la investigación realizada por Gloria Braga y César Cascante nos resume fundamentalmente un proyecto de investigación en la acción. Su objeto es general, y no parte de un problema en cuestión, sino de la praxis del profesorado en su sentido más amplio, proponiendo su cuestionamiento y reflexión, y alejándose de métodos anclados en el pasado, que no encajan dentro de las necesidades educativas actuales, las cuales han avanzado de la mano de su contexto social.
    Los autores utilizaron la Investigación-Acción no como un mero instrumento, sino como una metodología de investigación social, cuestionando todos los ámbitos implicados en la práctica educativa. Se coordinaron distintos grupos procedentes de diferentes niveles educativos durante un periodo de tres cursos. Para ello, concibieron un proceso en espiral compuesto por cuatro fases:
    • Fase 1. Planificación: Explicitación de la investigación por medio de tres apartados: Decisiones metateóricas, decisiones teóricas y decisiones técnicas.
    • Fase 2. Acción observación: Será la puesta en práctica del trabajo de investigación. Se plasmará en la práctica el plan de trabajo propuesto con anterioridad y se valorará su puesta en escena.
    • Fase 3. Estudio: Se tratará de un proceso de interpretación de los datos recogidos que se consideran interesantes para el proceso de investigación-acción.
    • Fase 4. Reflexión: Se considera el proceso más importante dentro de la espiral de la investigación. En ella, se recopilan, se sintetizan y se valoran los datos recogidos en las tres fases anteriores, detectando problemas, pactando soluciones y volviendo a la fase de planificación.

    Esta guía práctica es un buen ejemplo de cómo utilizar la investigación-acción para mejorar las acciones y metodologías docentes, sirviendo como una herramienta muy útil que debería usarse más a menudo y no dejarla olvidada en un cajón.

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