martes, 1 de abril de 2014

Comentarios sobre John Elliott y la investigación en la acción. Presentaciones realizadas por Milagros Alvarez y Laura Bereijo (Plan de investigación)

Podéis descargar en el campus el artículo de Joan Rué sobre John Elliot e introducir aquí vuestros comentarios.





           

Comentario realizado por Alba Tamargo
Tras la primera aproximación a la Investigación en la Acción realizada por Kurt Lewin, el autor John Elliot nos propone una reforma educativa, partiendo de la educación anglosajona, de gran trascendencia, y que ha llegado a traspasar las barreras de nuestro país. Aunque posteriormente, sus postulados hayan sido olvidados, en los tiempos actuales cobran especial relevancia dadas las carencias que acusan al sector educativo y al servilismo al que se rebaja en relación al mercado laboral y al servicio del poder, mediante la privatización de la educación.
            Nuestro autor propone axiomas que se basan en la reformulación y revisión de todas aquellas prácticas y concepciones de currículo que no se muestran acordes con lo esperado. El primer punto consiste en formularse interrogantes tales como ¿En qué consiste la acción docente? y ¿Cómo puede ser mejorada y bajo qué condiciones? Que dejan clara la necesidad de cuestionar la realidad con objeto de modificarla.
            Una fortaleza de esta reflexión ha sido la precaución del autor al no plantearse un objetivo excesivamente ambicioso en lo que respecta al espacio de aplicación. Detecta ciertas debilidades en el sistema educativo anglosajón y se propone aplicar mejoras que atañen directamente a su contexto de actuación. Como todos sabemos, lo que es factible en un contexto no siempre puede ser extrapolable a otro. Bajo este fundamento surge, en realidad, la I – A.
            De esta forma, la acción y la reflexión conducen el proceso educativo, desplazando a un segundo plano el aprendizaje memorístico y técnico. Así, se consigue una mayor equidad y el derecho igualitario de los alumnos a recibir una educación  semejante, por lo que queda claro que su aportación se destina a un fin social, que repercutirá en beneficio de todos. También podemos hacer alusión al rol del profesor como investigador, concediendo gran importancia a las representaciones que el docente tiene sobre su trabajo. El profesional valorará y estudiará su contexto de actuación, las necesidades de sus alumnos, sus posibilidades respecto de los recursos materiales y sus expectativas y aspiraciones. Acto seguido, y al no verse sometido a directrices ni coacciones estipuladas de antemano por la Administración, será capaz de adaptar su actuación en beneficio del alumnado y lograr el pleno desarrollo de las facultades de cada uno de los estudiantes.
            En el territorio español, una vez más comprobamos que es la LOGSE la que posibilita la difusión de ciertas buenas prácticas que, aunque ciertamente olvidadas, perdurarán a lo largo de los años y siempre serán tenidas en cuenta. Por aquel entonces, existían ya en España importantes movimientos de renovación pedagógica y de mejora profesional. Debemos reflexionar el hecho de que, si en aquellos tiempos se denotaban ciertas carencias, en la actualidad la situación del panorama educativo es desbordante y ciertamente precaria. Los maestros y profesores no han mejorado su actuación profesional, sino todo lo contrario. Parece mentira que en una sociedad avanzada, con tantas posibilidades y herramientas a nuestro alcance, no seamos capaces de gestionar de manera favorable ciertos recursos y competencias que nos son ofertadas. La enseñanza se encuentra simplificada, situación que ya predecían los grandes pedagogos del S. XIX, por lo que está claro que no se trata de falta de revisión literaria o bibliográfica. Se trata más bien de reorientar nuestras prácticas y concepciones de la educación tal y como propone John Elliot, y de dejar constancia de las ganas de hacerlo.
            Por lo tanto, es en este contexto actual donde surge verdaderamente la necesidad de hacer uso de la herramienta de la Investigación – Acción, y quizá más que nunca, porque su esencia es verdaderamente valiosa e, incluso, sincera. La I – A no se vale del uso de estadísticas ni de porcentajes matemáticos que se inclinan hacia la defensa de una u otra postura (teniendo en cuenta que, de esta forma, siempre se salvaguardan intereses particulares, privados y ocultos), sino que se centra en el hecho en sí, en la problemática y en los sujetos implicados. También en su discurso, en el consenso de diversas perspectivas y en favorecer la equidad de la educación. Y lo que es incuestionable es que no hay nada más justo que eso.

            Parece que los pedagogos y pedagogas del hoy nos centramos únicamente en el vocablo que describe nuestra actuación profesional: educación. Yo invitaría a que se reflexionara sobre la tipología de esa educación, sobre el adjetivo que va a acompañarlo, para llegar a la conclusión de que necesitamos una educación justa. Con frecuencia se suele decir que el sustantivo vale más que el adjetivo, siempre. Yo, en determinados casos, considero que no es así.

10 comentarios:

  1. John Elliott y la investigación en la acción.

    En este artículo, Elliott defiende la idea que él tiene de investigación en la acción y pone en evidencia las limitaciones de los modelos basados en la racionalidad técnica. Para el autor, la I-A es un proceso reflexivo en el que los profesores examinan las teorías implícitas en su propia práctica.
    Entre las principales aportaciones de Elliott podemos destacar su elaboración de un nuevo paradigma de la profesionalidad docente a partir de dos preguntas: ¿En qué consiste la acción docente? Y ¿ Cómo puede ser mejorada y en qué condiciones?.
    A finales de los años 60 se produce un movimiento por el cambio curricular basado en la escuela iniciado por los propios profesores y las corporaciones locales cuyas principales aportaciones fueron: Reelaborar el concepto de currículo, confianza en la capacidad de aprendizaje, la docencia como actividad teórica y la consideración de que todo el alumnado tiene derecho a desarrollar al máximo sus posibilidades formativas.

    La fundamentación de dichas aportaciones:
    Una constante en la obra de Elliott es la crítica de los modelos de racionalidad de la educación con los que se pretende regular la educación y desarrollar la profesionalidad docente.

    Las ideas pedagógicas de Elliot en España:
    Elliott empieza a ser publicado en nuestro país en 1989 en catalán y en 1990 en lengua castellana, durante la reforma de la LOGSE en 1992, reforma en la cual existía cierto paralelismo con el modelo inglés.
    Su obra fue muy divulgada, principalmente entre los movimientos de renovación pedagógica que veían en sus planteamientos una conceptualización de la práctica y una mejora profesional.
    Los principales problemas tratados han sido: la formación del profesorado, los cambios en la cultura docente, la diversificación curricular, el proyecto educativo de centro etc.
    A partir de 1996 empiezan a hacerse evidentes en España los signos de un cambio que ha cristalizado en la autodenominada Ley de Calidad.

    El reto de la tercera modernidad en educación:
    La educación moderna se dio a partir de la universalización de la formación, a partir de la consolidación de un sistema educativo dual. En el umbral de la modernidad, se articula un proceso dual de formación, para las elites ilustradas y cultivadas y para la formación de las masas. La principal finalidad de las elites ilustradas es legitimarlas como agentes sociales, mientras que la de la formación de las masas sería articular un orden social.
    La segunda modernidad se da a partir de un cambio en el paradigma sobre la educación. Los procesos de formación no pueden quedar en manos de unos profesionales que decidan por sí mismos. Se debe pasar de la lógica de la artesanía a la lógica industrial de la producción.
    Los docentes deben aplicar lo que los administradores y los especialistas establezcan como necesario. De este modo la enseñanza se simplifica y se estandariza.
    La tercera modernidad la afrontamos en la actualidad. Nos centramos en un contexto sociocultural muy distinto a los conocidos durante la mayor parte del siglo pasado. Se producen cambios sociales con incidencia en la escuela y la profesión docente.
    Existe una gran distancia entre el modelo social y el desarrollado por la escuela que conocemos:
    -La importancia del capital cultural frente a la importancia de la propiedad del capital en medios de producción.
    -Deslocalización de centros de poder y de la propia producción frente a la anterior localización.
    -Trabajo como proyecto biográfico frente a nuevas biografías laborales.
    -Nuevas necesidades surgidas en los procesos de socialización primarios.
    -Creciente complejidad sociocultural en las aulas.
    -Influencia de los medios audiovisuales.
    -Insuficiencia de un modelo escolar regulado externamente.

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  2. EL PENSAMIENTO DE JOHN ELIOT
    El autor de este artículo comienza hablando acerca de un proceso denominado “movimiento por el cambio curricular basado en la escuela”. Dentro de este se destacan cuatro rasgos esenciales.
    El primero de ellos se trata de la reelaboración del currículo. Para Elliot, el concepto del currículo se impregnaba de la necesidad de concebir de modo distinto la naturaleza del conocimiento escolar y el modo en que éste debería ser representado y presentado ante los alumnos.
    En segundo lugar, se destaca la necesidad de cambiar las relaciones entre la enseñanza y el aprendizaje. Una de las grandes claves del proceso emprendido es la importancia de considerar las representaciones que el profesorado posee de su propio trabajo.
    El tercer rasgo, es la confianza en la capacidad de aprendizaje de todas las personas, apuntando hacia la mejora de la docencia como el factor que permitirá responder a aquella confianza. La acción educativa se concibe como la expresión del ejercicio de un derecho al cual todos pueden aspirar y no como un derecho que se dispensa solo a los merecedores de éste.
    El cuarto y último rasgo que debemos señalar es la reformulación del concepto de I-A, ya que Elliot interpretaba la docencia como una actividad ineludiblemente teórica y definía la investigación como un proceso reflexivo en el que los profesores examinaban las teorías implícitas en su propia práctica. En definitiva, para éste, son los agentes los que actúan y no las instituciones, por tanto en la acción social son sus propias decisiones las que cuentan y no las reglamentaciones institucionales impuestas por terceros.
    Las teorías no solo no pueden prefigurar las prácticas, sino que deben validarse en ellas. Por ello se debe reelaborar la práctica llevada a cabo por los propios implicados a partir de un proceso metodológico de investigación que permite mostrar las evidencias de la relación entre los agentes y los resultados de sus acciones.
    Elliot realiza una crítica a los modelos de racionalidad con los que se pretende regular la educación y desarrollar la profesionalidad docente. Por ello, propone un enfoque reflexivo e interpretativo, contextuado en las distintas realidades situacionales.
    Éste considera las situaciones educativas como hechos y no como cosas, los hechos o las situaciones son siempre construidos, complejos y de resolución imprevisible. Esta perspectiva lleva a asumir los valores de la práctica como los más apropiados para comprender la acción profesional en educación. Una característica de la práctica, es la de tomar decisiones sobre criterios de tipo ético, funcional o técnico, orientadas al logro de unos valores. Lo que da sentido a esa reflexión educativa es el hecho de comprender el significado final de una acción en un contexto específico, considerar los valores en los que esta acción se apoya, así como buscar una relación de coherencia entre dichos valores y la práctica mediante la cual estos adquieren una dimensión real.

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  3. continuación comentario anterior


    La investigación en la acción tendría como finalidad hallar el equilibrio reflexivo en el cual los distintos agentes educativos alcanzarán la autonomía para influir y modificar las condiciones institucionales existentes.
    La formación profesional docente adquiere por tanto una nueva dimensión, orientándose la formación profesional hacia la facilitación del desarrollo de la capacidad del profesorado para una mejor comprensión situacional de los problemas.
    Según Elliot, en el caso de nuestro país lo que está en juego es el papel de la escuela en la ampliación o reducción de las oportunidades formativas para los ciudadanos, en un plano de equidad social y educativa. El problema que se plantea es si la distribución se efectúa de acuerdo al principio de justicia para los desiguales. Es de destacar que el contexto en el que se produce la reforma educativa del 2003 es hostil a las ideas que han sido expresadas con anterioridad.
    Por otro lado, diferencia tres etapas en la modernidad, la tercera de ellas, que sería la que vivimos en la actualidad, la describe como una etapa de cambio sociocultural muy profundo. En esta destaca aspectos como la importancia del capital cultural, la deslocalización de los centros de poder, el surgimiento de nuevas necesidades, la complejidad en la composición sociocultural de las aulas o la creciente influencia de los medios audiovisuales o Internet.
    De todas estas características se deriva una insuficiencia del modelo escolar regulado externamente, basado en el principio de gestión burocrática y en el modelo taylorista. Por todo ello, lo que se debe hacer es caminar hacia un modelo de desarrollo social y cultural sostenible, que atienda la variada demanda de oportunidades.
    Lo que es lo mismo, se debe orientar la investigación en la acción hacia un sentido de trascendencia social en la acción formadora, e impregnar el trabajo reflexivo de un sentido ético a la vez que se desarrolla una reformulación crítica del actual sentido de la justicia institucional. Las cuestiones abordadas anteriormente constituyen la misma esencia de la investigación en la acción, por lo que debemos considerar a Elliot como uno de los precursores de la I-A en el ámbito de la educación.

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  4. Este artículo de Joan Rué (publicado en el 2003, justo cuando se publicó la Ley de Calidad Educativa de Pilar del Castillo), el autor expone las aportaciones de Elliott a la I-A, que se centran en dos preguntas: ¿en qué consiste la acción docente? y ¿cómo puede ser mejorada y en qué condiciones? Las aportaciones de Elliott se dan en la Reforma educativa en Inglaterra de la década de los 70, fundamentada en el “Movimiento por el cambio curricular basado en la escuela” liderado por Stenhouse, por la que cada localidad tenía que elaborar un currículo y lo que es más importante en relación a la I-A, llevar a cabo una investigación en la práctica contemplada por la ley. Así, en este cambio se reelaboró el currículo como una experiencia en lugar de como una serie de objetivos a cumplir, dándole una papel fundamental a la acción y a la reflexión tanto del alumnado como del profesorado. De hecho, se daba una gran importancia a la valoración de los docentes de su propia práctica. De esta manera se procuraba que todo el alumnado se desarrollase al máximo de sus posibilidades y en educación secundaria trataban temas controvertidos, pero que se dan en la realidad social, que no se contemplaban en los currículos hasta ese momento. Así, Elliott reformulo el concepto de I-A propuesto por Lewin, definiendo la I-A como un proceso reflexivo por parte del profesorado, en el que examinan las teorías educativas en su práctica docente, idea que el Ministerio de Educación español recogió en 1989 para desarrollar el Plan de Investigación Educativa.
    Por tanto, en el proceso de enseñanza, debían ser los profesores y profesoras los que decidieran qué hacer a través de la reflexión, y no las instituciones o la normativa establecida de antemano las que impusieran cómo había que actuar. Así, Elliott propuso un enfoque reflexivo e interpretativo basado en las realidades sociales, en contra de los modelos de racionalidad técnica imperantes hasta el momento, considerando al alumnado como el centro del proceso de aprendizaje.
    Además del Plan de Investigación Educativa, otra de las influencias a destacar de los planteamientos de Elliott en nuestro país fue en los movimientos de renovación pedagógica, que veían en éstos una conceptualización de la práctica y una mejora profesional.
    Desgraciadamente, estos planteamientos han caído en el olvido, y en la actualidad al profesorado se le sigue considerando como técnicos que aplican pautas establecidas por teóricos alejados de la realidad del aula. De esta manera no se pueden solucionar los problemas educativos, ni los docentes pueden mejorar su práctica a través de la reflexión, ya que están aplicando reglas impuestas por la Administración. Por ello todas las reformas, basadas en este planteamiento fracasan.
    Por tanto, para mejorar las prácticas educativas se debe de tener en cuenta al profesorado, que a través de un análisis con otros docentes podrán mejorar el sistema educativo, evolucionando hacia un modelo de desarrollo social y cultural sostenible, algo que a día de hoy se plantea como una asignatura pendiente en nuestro país.

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  5. REFLEXIONES SOBRE EL MATERIAL DE JOHN ELLIOT Y RUÉ.

    Elliott gracias a su profesión como profesor en el Reino Unido y a su larga trayectoria profesional propuso un enfoque reflexivo e interpretativo en las realidades sociales educativas. Parte de su teoría se basa en la propia reflexión de su trabajo y de dos grandes reformas educativas producidas en Inglaterra. En base a ello, consideró al alumnado una parte esencial en el proceso de enseñanza-aprendizaje, considerando la educación como un elemento social, que requería una reflexión sistemática para mejorar el proceso. Propuso la mejora de la practica a través de la reflexión de lo que ocurre en las aulas, así como de las teorías implícitas de la propia práctica docente.

    La educación moderna surge a raíz de la universalización de la formación, con la finalidad de construir un orden racional y social; de las elites con recursos, y por otra del populacho sin recursos ni influencias. Las tres modernidades planteadas siguen un curso aparente. La primera modernidad se basa en una racionalidad platónica, ejerciendo un modelamiento mental, y por consiguiente conductual. Un segundo momento, en el que Rué llama segunda modernidad ocurre con la sustitución de la racionalidad platónica de antes, a la racionalidad técnica. El aprendizaje se convierte en un input memorístico suministrado por agentes externos al contexto del centro, produciéndose una estandarización y simplificación, se trata de un modelo denominado taylorista o fordista, muy ligado al mundo empresarial, en donde priman los objetivos conseguidos. Finalmente la tercera modernidad, que es donde nos encontramos ahora, después de haber dejado atrás la LOE (2006) y ser sustituida por la LOMCE nos encontramos en un contexto sociocultural muy diferente marcado principalmente por la creciente influencia de los Mass Media, así como la tecnología en nuestras vidas y una globalización en auge. Lo que determina una visión muy diferente y una nueva etapa en construcción. Se hace necesario adaptar la formación a un nuevo modelo de vida. Elliot señala varias reflexiones de su investigación-acción, que parte de la necesidad de trabajar reflexivamente sobre la práctica, compartiendo los resultados con otros profesionales, aspirando a mayores cotas de equidad y eficiencia.

    Uno de los grandes avances para el plano de la Investigación-Acción va ligado a los fondos destinados a esta disciplina, lo que permite a los docentes más tiempo para reflexionar sobre su labor y crear nuevas metodologías que impregnen el sentido práctico de las clases. La aprobación de los centros de profesores en 1984 y el cambio surgido, va ligado a los planteamientos de Elliot en el sistema educativo español y la política de la época que destino fondos con la finalidad de mejorar la educación, a través de la praxis y trabajo en red, a partir de metodologías dialógicas.

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  6. Nuevo comentario de Silvia:


    REFLEXIONES SOBRE EL MATERIAL DE JOHN ELLIOT Y RUÉ.

    Elliott gracias a su profesión como profesor en el Reino Unido y a su larga trayectoria profesional propuso un enfoque reflexivo e interpretativo en las realidades sociales educativas. Parte de su teoría se basa en la propia reflexión de su trabajo y de dos grandes reformas educativas producidas en Inglaterra. En base a ello, consideró al alumnado una parte esencial en el proceso de enseñanza-aprendizaje, considerando la educación como un elemento social, que requería una reflexión sistemática para mejorar el proceso. Propuso la mejora de la practica a través de la reflexión de lo que ocurre en las aulas, así como de las teorías implícitas de la propia práctica docente.

    La educación moderna surge a raíz de la universalización de la formación, con la finalidad de construir un orden racional y social; de las elites con recursos, y por otra del populacho sin recursos ni influencias. Las tres modernidades planteadas siguen un curso aparente. La primera modernidad se basa en una racionalidad platónica, ejerciendo un modelamiento mental, y por consiguiente conductual. Un segundo momento, en el que Rué llama segunda modernidad ocurre con la sustitución de la racionalidad platónica de antes, a la racionalidad técnica. El aprendizaje se convierte en un input memorístico suministrado por agentes externos al contexto del centro, produciéndose una estandarización y simplificación, se trata de un modelo denominado taylorista o fordista, muy ligado al mundo empresarial, en donde priman los objetivos conseguidos. Finalmente la tercera modernidad, que es donde nos encontramos ahora, después de haber dejado atrás la LOE (2006) y ser sustituida por la LOMCE nos encontramos en un contexto sociocultural muy diferente marcado principalmente por la creciente influencia de los Mass Media, así como la tecnología en nuestras vidas y una globalización en auge. Lo que determina una visión muy diferente y una nueva etapa en construcción. Se hace necesario adaptar la formación a un nuevo modelo de vida. Elliot señala varias reflexiones de su investigación-acción, que parte de la necesidad de trabajar reflexivamente sobre la práctica, compartiendo los resultados con otros profesionales, aspirando a mayores cotas de equidad y eficiencia.

    Uno de los grandes avances para el plano de la Investigación-Acción va ligado a los fondos destinados a esta disciplina, lo que permite a los docentes más tiempo para reflexionar sobre su labor y crear nuevas metodologías que impregnen el sentido práctico de las clases. La aprobación de los centros de profesores en 1984 y el cambio surgido, va ligado a los planteamientos de Elliot en el sistema educativo español y la política de la época que destino fondos con la finalidad de mejorar la educación, a través de la praxis y trabajo en red, a partir de metodologías dialógicas.

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  7. Dos son las preguntas a partir de las cuales, John Elliott, ha articulado un nuevo paradigma de la profesionalidad docente: ¿En qué consiste la acción docente?¿Cómo puede ser mejorada y en qué condiciones? Girando en torno a estas dos cuestiones, sus aportaciones se contextualizan en los años 70, de la mano de la reforma educativa inglesa centrada en el “movimiento por el cambio curricular basado en la escuela”. Es por aquel entonces cuando el currículo toma un nuevo significado y deja de concebirse como un mero listado de objetivos a alcanzar para reelaborarse como experiencia en el aula mientras que la acción y la reflexión emergen cambiando la relación enseñanza-aprendizaje. En este movimiento ya quería asomarse la escuela inclusiva y temas hasta entonces ausentes en el currículo escolar como la pobreza o la defensa del medio ambiente comienzan a introducirse en secundaria.

    Proponiendo un enfoque reflexivo e interpretativo contextualizado en las realidades sociales y sin olvidar la naturaleza de la educación como práctica social, Elliott critica los modelos de racionalidad técnica reformulando el concepto de I – A como proceso reflexivo donde los docentes examinan las teorías implícitas en su propia práctica ( sería en 1989 cuando el ministerio de educación de nuestro país asume esta idea aprobando el Plan de Investigación Educativa). J. Elliott insiste en que no son las instituciones sino los agentes los que determinan la educación y en que las normativas legales no nos ayudarán a mejorar las intervenciones si no existe o se deja a un lado la reflexión, es decir, la comprensión del significado final de una acción en un determinado contexto, considerando los valores y relacionando éstos con la práctica.

    Sus ideas acerca de los agentes implicados en educación son claras, por un lado considera al alumno/a autodeterminante y parte esencial del proceso de aprendizaje, por otro, fija la reflexión sistemática y colectiva sobre la propia práctica como imprescindible para entender la profesionalidad docente.

    Aunque la sepamos con certeza y nuestros propios profesores prediquen como idónea una visión como la de J.Elliott, la realidad es que se ha dejado a los educandos en manos de técnicos que aplican las “fórmulas mágicas” que otros, desde el exterior, elaboran. “Expertos” que a su vez están condicionados por lo que una Administración establezca. De esta manera, la enseñanza se jerarquiza y simplifica de tal modo que el profesorado se ve imposibilitado para llevar a cabo una práctica adecuada a sus intereses y necesidades.

    Es destacable la importante influencia que ejerce el poder político en la concepción de los roles docentes y como las políticas educativas son respuestas ante el mercado electoral.

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  8. Si partimos de las dos preguntas fundamentales de las que Elliot desarrolló a lo largo de su vida profesional nos encontramos con: ¿en qué consiste la acción docente? y ¿por qué se formula estas cuestiones?

    Debemos tener en cuenta que en el país de origen de Elliot sufrió dos grandes reformas educativas, siendo la más importante la vivida en los años 60 que iniciaron los propios profesores.

    Los rasgos más destacados de este hecho son:
    1º. reelaboran el concepto de curriculo. antes surgería todo un movimiento destinado a ampliar las connotaciones de la idea de programa. Se debía concebir de modo distinto la naturaleza del conocimient escolar y el modo en que este es presentado al alumnado.
    2º. una de las grandes claves era considerar con la importancia que se merecía el trabajo del profesorado.
    3º. Parte de una importante capacidad de aprendizaje de todas las personas.


    Algo siempre presente en la obra de Elliot era la critica a los modelos de racionalidad con los que se pretende regular la educación y desarrollar la profesionalidad docente.

    Lo que da sentido a esta reflexión educativa es comprender el significado final de una accion en un contexto especifico. Aquí se puede usar la I-A como un método para el dialogo reflexivo.

    Elliot empieza a ser publicado en castellano en 1990. Fue un buen momento pues las ideas de muchos autores sobre este campo empezaron a tener auge en nuestro país. Esta visión hizo que muchos vieran una conceptualización de la práctica y de la mejora profesional.

    Lo que de alguna manera se quiere plantear aquí son las relaciones que deben darse entre la escuela y la sociedad. La reforma educativa de 2003 constituyó un medio hostil a todas estas ideas.

    La educación moderna se ve como un sistema educativo dual, donde distinguimos:
    - La finalidad del primer tipo de formación es la de legitimar como agentes sociales.
    - 2º modernidad se da a partir de un cambio en la educación, algo que se refleja en los nuevos contenidos.
    - la 3º la afrontamos actualmente.

    Queda claro que los profundos cambios que sufre la sociedad afectan a la educación y que esta se ve cada vez más influenciada por todo tipo de medios, desde las creencias de diferentes colectivos hasta los medios de comunicación.

    Actualmente, sobre todo en nuestro país, las politicas educativas son una respuesta a una cuestion meramente politica y de poder.

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  9. “JOHN ELLIOT Y LA INVESTIGACIÓN EN LA ACCIÓN”
    Las aportaciones de Elliot se dan en la Reforma educativa en Inglaterra de la década de los 70, en la que se desarrolla el “Movimiento por el cambio curricular basado en la escuela” liderado por Stenhouse, por lo que en cada localidad se tenía que elaborar un currículo y llevar a cabo una investigación en la práctica que estaba exigida por la Ley.
    Dos son las preguntas en las que se centran las aportaciones que expone este autor a la I-A en este artículo: ¿en qué consiste la acción docente? y ¿cómo puede ser mejorada y en qué condiciones?
    Referente a este cambio de reelaborar el currículo como una experiencia en lugar de como una serie de objetivos a cumplir, se le concedió un papel fundamental a la acción y a la reflexión tanto del alumnado como del profesorado. De hecho, se daba una gran importancia a la valoración de los docentes de su propia práctica, de esta manera se procuraba que todo el alumnado se desarrollase al máximo en sus posibilidades y en la educación secundaria se trataban temas controvertidos, que se daban en la realidad social, pero que no contemplan los currículos del momento.
    Así Elliot reformulaba el concepto de I-A propuesto por Lewin, definiendo la I-A como un proceso reflexivo por parte del profesorado, en el que examinaban las teorías educativas en su práctica docente, idea que el Ministerio de Educación español recogió en 1989 para desarrollar el Plan de Investigación educativa.
    Por tanto, en el proceso de enseñanza, debían ser los profesores y profesoras los que decidieran qué hacer a través de la reflexión, y no las instituciones o la normativa establecida de antemano las que impusieran cómo había que actuar. Así Elliot propuso un enfoque reflexivo basado en las realidades sociales, en contra de los modelos de racionalidad técnica imperantes hasta el momento, considerando al alumnado como el centro del proceso de enseñanza-aprendizaje.

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  10. A John Elliot le influyeron significativamente las dos grandes reformas educativas británicas mientras él ejercía la docencia. Gracias a su propia experiencia, elaboró un paradigma basado en la reflexión y el cuestionamiento de la profesionalidad docente, frente a los enfoques técnicos anteriormente planteados por Lewin. El autor parte de dos preguntas fundamentales: ¿En qué consiste la actividad docente?¿Cómo puede ser mejorada y en qué condiciones?
    Elliot pretende reformular el concepto de investigación en la acción (I-A) defendiendo la figura del profesor como verdadero motor del sistema educativo, capaz de reflexionar sobre sus prácticas y sobre los contenidos teóricos que transmite a sus alumnos/as. También será capaz de interpretar todo tipo de situaciones que se producen en el día a día y actuar según unos principios, estableciendo una serie de valores. En definitiva, lo que realmente fundamenta los cambios y reformas educativas no son directrices impuestas jerárquicamente, sino la propia acción del profesor/a en el aula, su modus operandi. Ellos son los verdaderos conocedores del contexto en el que se desenvuelven, por lo tanto, deben utilizar su propio criterio interpretativo para tomar decisiones sobre los hechos o problemas educativos. Destaca también el protagonismo y autodeterminación del propio alumnado para valorar su propia experiencia de enseñanza-aprendizaje.
    En el artículo también se nos habla de tres modernidades en el ámbito educativo. Actualmente, nos encontramos en la tercera, la cual se caracteriza por estar en un contexto sociocultural completamente distinto a las anteriores. Ésta modernidad se ve influenciada por la nueva etapa sociocultural que vivimos en la actualidad, con el gran auge de las nuevas tecnologías que posibilitan varias alternativas educativas y de aprendizaje, con un acceso inmediato a cualquier tipo de información y conocimientos. Por ello, ahora es necesario el planteamiento de Elliot, para que el profesorado utilice creativamente estas innovaciones a nuestro alcance, con rigor y reflexión sobre sus propias prácticas, creando novedosas posibilidades.

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